Koraj, entienden nuestros sabios – de bendita memoria -, no discutió la autoridad de Moisés o de Aharón.

Un episodio signado por un profundo dramatismo –tanto en su desarrollo como en su final -, nos presenta nuestra Sección semanal a ser leída durante este Shabat. Asimismo, esta Sección: lleva nombre propio: ‘Koraj’, aquél que precisamente inicia dicho episodio y que, finalmente, arrastra en pos de sí, a un grupo significativo de pueblo hebreo.

 

 ‘Koraj’ es sinónimo de discusión, división y separación. Promueve un ejercicio indeseado en el seno de un pueblo que –ya habría de vivir los próximos 40 años deambulando en el desierto, hasta “que pereciese toda aquella generación y sus hijos heredaren la tierra”.

Koraj, hijo dilecto de la tribu de Leví (primo hermano de Moisés y de Aharón), se opone al liderazgo de ambos. El sostiene que “toda la congregación es santa y en medio de ella habita D’s” y por tanto, todos –incluido él- pueden aspirar a dirigir los destinos del pueblo judío...

“Y tomó Koraj...” principia nuestra perashá. ‘Se tomó a sí mismo’, sugieren algunos comentaristas. ‘Tomó un mal negocio entre manos’, sugieren otros. Aunque todos coinciden que su accionar, mucho distaba de querer “democratizar” a su pueblo, sino y por sobre todo, convocarlo hacia una irreversible anarquía, donde la única ganancia será el desorden, el vacío y tal vez, el olvido...El irremediable olvido, producto de tanta discusión y desavenencias para una nación ya demasiado golpeada en su destino.

Koraj, entienden nuestros sabios – de bendita memoria -, no discutió la autoridad de Moisés o de Aharón.

Su disenso apuntaba a desconocer la mismísima autoridad de D’s, Quien los había nominado desde la angustiante esclavitud de los hebreos, para dicha misión y posterior función en el pueblo.

“Koraj, einó ata’ató” afirmaban. A Koraj, su ojo lo confundió. No pudo divisar con claridad su propio lugar ni el de sus descendientes. “Y abrió la boca apresuradamente” aseveran los rabinos. “Así también la tierra abrió su boca precipitadamente, y lo devoró a él junto a su gente”. Porque no supo esperar.

Porque “quien persigue la grandeza y los honores, la grandeza y el honor se alejan de él”.